2018 empezó en Grecia, presagio de que iba a ser un gran año, un "clásico". Y continuó con las celebraciones por el Verkami que habíamos conseguido junto a un grupo de alumnos por la defensa forestal (si no lo conocías, un Verkami es un proyecto de microdonaciones).
Ha sido el año en el que me he ido a Canadá a estudiar y aprender junto a mujeres empresarias de todo el mundo que facturan 6 y 7 cifras.
El año en el que, por error, he regado plantas de plástico, mis dotes culinarias han empeorado bastante, pero he entrenado un montón.
Me he cortado el pelo para darlo a mujeres con cáncer.
Me he ido de retiro para escribir mi próximo libro. Y al volver a casa, lo he reescrito todo de nuevo, porque la vida me estaba enseñando sobre la marcha.
Me he reído con el equipo más que nunca. Hemos salido mucho a cenar e, incluso, de fiesta. Se han ido algunos miembros, y han llegado muchísimos más.
Hemos sido imagen de varias marcas nacionales e internacionales (Nestlé-Purina, Sage, Naf Naf, Roosik...)... y hemos dicho que no a muchas otras porque no estaban alineadas con nuestros valores.
Hemos viajado a Italia y a sitios muy chulos para dar conferencias.
He trabajado -más que nunca- desde casa, o desde la montaña, o desde el mar, o cerquita del abuelo escapándome al pueblo para verle.
Nos han dado un premio eWoman por nuestra gestión de redes sociales.
He desvirtualizado a grandes maestros.
He hecho submarinismo, rafting y he volado en helicóptero. Me he bañado desnuda a media noche en el mar, celebrándome. Y he salido a la calle para reivindicar.
He presentado varios libros de otras escritoras.
Hemos lanzado un producto físico, Workwithflow.
Nuestro curso online de community manager renovado lo ha petado, han llegado las consultorías para pasar un día entero comigo (¡qué lujazo abrazaros en directo!) y hemos hecho más ediciones del Mentoring Club de las que nunca habríamos imaginado.
He dejado el chocolate, el café y los aguacates casi por completo porque la histamina me hinchaba como un globo (y no podéis imaginar el mono que pasé).
Me ha fichado Radio Flaixbac para hacer una sección de marketing online en "El matí i la mare que el va parir".
He meditado y bailado un montón. También he hecho siestas históricas muy bien acompañada. Y he leído -aunque no tanto como querría-.
He recibido muchísimos regalos (algunos tangibles, algunos intangibles) de personas que sólo me conocen a través de la pantalla. Brutal.
No hemos hecho Black Friday. Porque no nos gusta el consumir por consumir.
Mi salud y yo nos hemos llevado muy bien, y tenemos grandes planes juntas.
He escuchado mucha música, cada vez más variopinta (mis profes del Conservatorio se llevarían las manos a la cabeza).
He hablado mucho, por los codos.
He llorado y gritado de alegría.
He dado calabazas, y me las han dado. He querido y me he querido. Y he dejado de querer.
Y, en definitiva, me he sentido viva.
No voy a hacer propósitos de año nuevo. ¿Para qué? Se trata de esto, de vivir (es urgente). Y de dejar que la vida nos viva.
Txell
